lunes, 8 de junio de 2015

INGENUIDAD O ALEVOSÍA: CÓMO SE BANALIZAN LOS NN



                  Visto desde un lugar ingenuo, podría pensarse que no hay nada demasiado extraño en una película como “Los chicos crecen”(Enrique Carreras, 1976) en la que se trata de un hombre que se rehúsa a reconocer a los hijos que tuvo con su amante, a quienes les ha puesto otro apellido para cuidar su reputación social. Pero allí pueden intuirse ciertos elementos que ligan la práctica de los militares con los actos de Zapiola: si bien aquí no hay una apropiación –los hijos son el fruto de la relación de Zapiola con Cristina de acuerdo a lo que ambos manifiestan-, lo que sí existe es una supresión de la identidad real, prueba de que con los niños se puede hacer lo que se desee, incluso cambiar su filiación. Cazenave, el amigo de Zapiola, instancia moral del relato, sin embargo, complica definitivamente las cosas al preguntarle irónicamente a su amigo: “¿Y cómo les pusiste?¿NN?”. Un dato adicional a tener en cuenta: en el relato que la madre y Zapiola hacen a los niños, el padre es un convicto al que se le conceden solo salidas esporádicas. La familia se construye, entonces, a partir de una sucesión de premisas falsas: los chicos crecen, efectivamente, con la imagen de un padre que no lo es, que reemplaza a un padre real que nunca conocerán –en tanto Zapiola toma la decisión de seguir con su esposa y no con su amante-, y con una identidad, o al menos una parte de ella, fraguada.

El peligro está en los vivos, pp.40.

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