Hombres perseguidos que
perciben la llegada del final; otro, compelido a redactar un informe que dé
cuenta del avance de los ciegos; los ciegos organizados como secta cerrada;
involucrarse como un camino directo hacia la muerte. “El poder de las
tinieblas”(Mario Sábato,1979) podría verse como una alegoría de los tiempos que
corrían, si no fuera porque no habla del poder, sino que todo se reduce a un enfrentamiento
en el cual se lo declama, pero no es real. El mundo de los ciegos organizados
pertenece al universo fantástico, tal cual se lo plantea, a pesar de la
obviedad de la relación con el subterráneo. Más que la supuesta amenaza de la
posible secta (¿no es posible pensarlo como una alucinación de Fernando?), la
inquietud que genera la película se concentra en dos momentos. Al inicio,
Fernando ciega con violencia, destruye los ojos de un pájaro en un recuerdo de
infancia. Cerca del final, cuando el accidente deja ciego a su amigo, éste dice
“Los cieguitos son unos hijos de puta, no?”, con un tono claramente irónico y
afirmador de la paranoia del otro. Lo que queda es una mezcla difícil de
asimilar: un personaje paranoico, violento y desconfiado y la afirmación de la
“bondad” de los ciegos, que podrían ser asociados con la represión ilegal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario