martes, 3 de noviembre de 2015

ENTREVISTA EN FERVOR DE BAHIA BLANCA PARTE I





ENTREVISTA AL ESCRITOR PLATENSE JOSÉ LUIS VISCONTI, AUTOR DE “EL PELIGRO ESTÁ EN LOS VIVOS”


     El jueves por la tarde y en vísperas a lo que sería, el día viernes, la presentación en Bahía Blanca del libro “El peligro está en los vivos” de José Luis Visconti, gracias a la iniciativa del escritor bahiense Martín Etchandy, nos reunimos en el Café Boston con el autor del ensayo. Visconti es un escritor En el mismo se realiza un análisis del cine argentino estrenado en el país durante el último gobierno de facto, revelando representaciones y omisiones deliberadas y funcionales a la ideología reinante en este oscuro período de nuestro pasado reciente.
     Más que una entrevista, una extensa charla totalmente disfrutable, en la que las horas se nos deshicieron de las manos como si fuesen simples minutos. Le agradecemos a José Luis por la predisposición, por su humildad, por sus enseñanzas y por hacernos sentir entre amigos. ¡Esperamos volver a tenerlo pronto de visita en la ciudad y poder seguir disfrutando de su escritura!
     (Hemos dividido la entrevista por cuestiones de extensión en tres partes, que efectivament, publicaremos completa a la brevedad).
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Parte I (Sobre José Luis Visconti y su escritura)
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     Hemos visto, al indagar un poco en tus trabajos, que tenés editados cuatro libros de poesía y dos de ensayos sobre cine argentino. ¿Sos también escritor de relatos y ficciones o más que nada de poesía?
     Ahora, más que nada, de poesía. Tuve una época en que escribía más cuentos, más que poesía incluso, pero nunca se dio la posibilidad de editar. Ahora surge la posibilidad de hacerlo, con este premio que me dieron en Buenos Aires después de cinco años, es decir, presenté un libro de cuentos al concurso del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y tardaron cinco años en resolver los resultados finales. Para que te des una idea el concurso se lanzó el último año del primer gobierno de Macri, se resuelve en el último año de su segundo gobierno, y el premio lo va a entregar Rodríguez Larreta cuando asuma (risas). Esto va a tardar, más o menos, hasta Marzo del año que viene, y si esperé cinco años… (risas). Creo que el premio incluye la edición del libro, no lo tengo muy claro porque en las bases no figuraba. Pero bueno, hoy por hoy, escribo más poesía.
     ¿Te sentís más cómodo escribiendo poesía?
     Sí. El problema que me empezó a surgir con los cuentos, fue que en un determinado momento no encontraba historias que para mí valieran la pena ser contadas, o, por lo menos yo no tenía nada nuevo para decir. Cada tanto escribo alguna cosa de narrativa, pero te digo, es como si escribiera un cuento al año, estos últimos dos o tres años vinieron más enfocados por el lado de la poesía y por el libro de ensayos que llevó su tiempo.
     En relación a esta cuestión, hemos leído en la página de internetwww.leedor.com algo que nos llamó la atención. En un análisis que hacían sobre tu trayectoria concluían diciendo: “esperamos que no se deje tragar por los ensayos y persista en la poesía, que es lo que realmente hace falta en la Argentina” ¿Qué pensás de eso?
     Está bueno (risas), más que nada porque Abel Posadas, quien lo dice, es un crítico de cine. Está retirado, o semi-retirado, porque en realidad él también está escribiendo libros. Creo que trabajo hasta fines de la década del 80´, no me acuerdo si estaba en Clarín o en Ámbito, o sea, era crítico de cine “masivo”, y de pronto que venga y me diga “no abandones la poesía que es más interesante que esto”, te llama la atención. Pero está bueno, porque, en realidad, me parece que las dos cosas en cierto punto se van realimentando, la poesía con el ensayo. No parece, pero se van realimentando.
     (¿Es como lo que pasa con la diversidad de lecturas?)
     Sí, pero más lo veo por el hecho de que yo tengo una poesía con características casi narrativas. Y el hecho de escribir ensayos largos también hace que uno empiece a ver cuestiones de unidad en la poesía. A mí me paso que durante mucho tiempo, lo que hacía era juntar textos, lo que iba escribiendo lo juntaba y con eso armaba un libro. Hace dos años escribí un libro ya pensado con una unidad, se llama Discreta, no me acuerdo la cantidad de textos que son, pero es la historia de una mujer grande que no puede moverse por su propia cuenta y su única afición es mirar por la ventana de la casa hacia a la calle, hasta que un día, el hijo, le construye un paredón adelante por una cuestión de seguridad. Entonces, eso que yo en un momento me lo había planteado como una novela cortita, o como un cuento, no le encontré la vuelta y se la encontré por el lado de la poesía. Uno le va encontrando la vuelta. Todavía lo que me falta es aplicar la organización que yo tengo cuando escribo un ensayo para escribir un texto narrativo, de ficción, o largo.
     Es personal y complejo a la vez. Y al respecto de la cuestión “ensayo o poesía”, pienso yo, uno no piensa qué va a hacer.    
     Y, depende. Por ahí con la poesía puede ser, pero con el ensayo es más complicado, porque si vos no planificás, no vas a llegar a ningún lado. El ensayo necesita planificación. Puede ser que en un determinado momento no te plantees escribir un ensayo, pero en el momento en que te lo planteás como necesidad, es cuestión de sentarse. Para mí, no este libro, sino el anterior, partió de una necesidad. Yo había hecho una tesis en la licenciatura que había quedado ahí dando vueltas, y siempre tenía pendiente, el proyecto de rearmarla y darle forma de libro, menos académica, expandirla. Y en un determinado momento dije: “soy periodista, soy licenciado en comunicación social, no estoy haciendo nada relacionado con mi profesión, tengo que hacer algo”, y dije: “bueno, empecemos por esto”.
     Volviendo a la cuestión de esta necesidad de seguir buscando la poesía o volcarse a los ensayos, desde nuestro pequeño lugar, nos pasa con la revista que dirigimos, que para tener cierta difusión tenemos que recurrir a cuestiones convencionales, tanto del ámbito de la música, de la literatura, o a una película precisa, que ya es un clásico, y escribir ensayos en función a eso porque tienen, de alguna forma, más lectura y alcance que las ficciones que vamos haciendo. Respecto a esto, un compañero nuestro, que es quién tiene la veta del cine y hace muy buenos ensayos, nos dice que se necesita que mostremos las ficciones, que hay que impulsar la literatura. Yo ahí me encuentro en la lucha por el equilibrio de escribir en función a los más leído pero sabiendo que no hay que abandonar lo otro tampoco.
     Lo que pasa es que es muy difícil, porque cualquier cosa que vos quieras hacer en el terreno literario, va a chocar con dos grandes empresas que dominan una gran proporción de lo que se edita en el país. Lamentablemente, esos grupos empresarios son los que pautan publicidad, los que dan a conocer. Si vos te fijás, en cualquier suplemento literario de cualquier diario, o en cualquier revista literaria, los comentarios repecto a libros (la mayor parte) son sobre Mondadori o los de Planeta, no tenés mucha alternativa. Son los libros que más se venden, son los libros que más se publicitan. No está mal, el problema está en que los demás no tienen la difusión mínima. Yo no pretendo tener con mi libro tener la misma difusión o las mismas ventas que un libro de Saramago publicado por Alfaguara, cada cosa tiene su medida. El gran problema es que, eso otro, te está tapando la posibilidad de conocer algo distinto. Quizás esto no sucede por el lado de algunas editoriales más chicas, como Bajo la Luna, La Bestia Equilatera, sellos que han aparecido en los últimos años. Lo que pasa, es que el problema sigue siendo, que vos vas a una librería y no encontrás esos libros.
     (Interrumpe la charla la llegada del tercer integrante de Fervor, nuestro querido Marcelo, el hombre de la memoria infinita, quien tímidamente se sienta en la cabecera de la mesa. “¿Alguien se incomoda si sacó algunas fotos?”, pregunta Martín, casi irónicamente y nos pedimos la segunda tanda de café de lo que sería una larga y grata tarde)
     Históricamente, la autonomía del campo literario se conforma a partir del siglo XVIII, con el ascenso de la burguesía y la posibilidad de editar a los autores. Peter Bürger dice que es el mercado quien haya dado cierta autonomía al ámbito literario, es decir, que sea la literatura quien decida qué publicar, a qué autor, y que ya no dependa de otras instituciones particulares. Hoy, dependemos de las editoriales, pero quizás, de a poco se puede independizar más la cuestión a partir del auge de internet.
     Hay una autonomía relativa. Es cierto que hoy nadie de afuera de la literatura o desde afuera de las editoriales, te está diciendo: “podés editar esto o no podés editarlo”. Ahora, esa autonomía choca con el mercado, es el mercado, el que en algún punto te está regulando. No te imposibilita, pero si te dice: ¿Vos querés editar? Bárbaro, te sale tanto”. Flora y fauna, lo pagué yo, lo pagué porque yo quería editarlo. No porque pensé “sí, no importa, hay que hacerlo…”. No… Ese libro me parecía que estaba bueno para editarlo y lo pagué yo. El gran problema es que es una tirada de doscientos ejemplares de los cuales yo me quedé con ciento cincuenta. Está bien, vos lo ves, el libro está en las librerías de Buenos Aires, pero nadie sabe quién es José Luis Visconti y qué es Flora y Fauna. La limitación está por ese lado. Se edita mucha cantidad de cosas y no hay forma de alcanzar un equilibrio. Además, el ciclo de los libros es cada vez más corto, fijáte, que un libro en la mesa de novedades dura un mes (los que más duran), si vas a comprar el mismo libro a los seis meses ya no lo encontrás, o lo encontrás en la mesa de saldo (risas). Hay muchos libros que no tienen grandes alternativas porque son de coyuntura, sirven para un determinado momento, los libros políticos sobre todo. Hay como un descarte cada vez más rápido.
     (Que no tiene que ver con el lector, o con el consumidor).
     No, no tiene que ver con el lector, tiene que ver con que se edita mucho y hay que hacer espacio. Uno entiende que en las librerías no entra todo lo que se edita, ahora, está la cuestión de internet y también funciona mejor eso de que las librerías si no tienen el libro, lo piden a las editoriales. Son soluciones a un problema puntual que es una cuestión de espacio.
     Respecto al tema del lector, ¿creés en la noción del “lector ideal”?
     No lo tenés como algo consciente, en algún lado está, obvio. Sobre todo cuando escribís un libro de cuentos o un ensayo, en poesía es más difícil. En principio el lector ideal no existe, uno se imagina quién puede ser aquella persona a la que le interese determinado tema, la cuestión es que además del tema, está el tratamiento, y además del tratamiento está la forma de escribir. A mí me pasa, y creo que a todos, que por ahí hay libros de los cuales nos interesa el tema y que cuando los leemos no nos pasa nada. Yo creo que cuando uno piensa conscientemente en un lector ideal, ya está pensando con las reglas del mercado.
     (¿La fórmula del Best-seller?)
     Aunque no sea la fórmula del Best-seller, hay temas que se ponen de moda, los libros de política en esta época, son libros que están de moda, estén ubicados en un lugar o en otro, no importa. Están hechos con ese cálculo, se sabe que en esta época se van a vender, la gente los compra porque estamos en un año de elecciones, esos libros el año que viene no los compra nadie o se venden mucho menos.

By Facundo Maidana/Tomás Grandinetti/Marcelo Rohwein
         

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